INGREDIENTES EN LA COSMETICA
Una Guia para el consumidor
I. La Cosmética y su Razón de Ser
La piel, el órgano más importante
La piel, un intestino expuesto
II. La Química en la Cosmética
¿Seguridad y control en los ingredientes?
Etiquetas graciosas e “hipoalergénicas”…
Trucos y trampas en la cosmética convencional
III. Los Ingredientes y como identificarlos
El “INCI” o cómo entender la lista
Sustancias nocivas y cómo distinguirlas sin saber de
química
IV. ¿Cómo orientarnos al comprar?
En un centímetro cuadrado de piel
se encuentran: 15 glándulas sebáceas, 1 metro de vasos sanguíneos, 100
glándulas sudoríficas, 3.000 células sensoriales, 4 metros de nervios, 300.000
células epiteliales y 10 pelos.
La piel es el órgano más grande
que tenemos y al cubrir nuestro cuerpo, el más importante: Si la tapamos al
100% con una crema o pintura que no deja pasar el aire, en dos horas estamos
muertos. Sin piel no podríamos existir, moriríamos como los quemados.
Su declive es el más visible,
porque es la intermediaria entre el medioambiente y nuestro organismo:
De adentro hacia fuera, todo lo
que sucede en nuestro interior se puede manifestar en la epidermis:
nerviosismo, problemas metabólicos o intoxicaciones nos pueden causar granos,
caspa, pus o manchas, incluso el agotamiento físico, el cansancio o el estrés
se plasman en una piel que se vuelve pálida, seca o arrugada.
De afuera hacia dentro, por un
lado están las influencias medioambientales que no podemos controlar
(contaminación, clima), y por el otro aquellas que sí dependen de nosotros: el
trato y el cuidado que le proporcionamos.
Si tenemos en cuenta que a través
de ella las sustancias penetran en el cuerpo y llegan en 15 minutos a la sangre,
donde influyen sobre el metabolismo, nos damos cuenta de que la piel es un
órgano tan sensible o más que nuestro intestino, y es que así hay que
considerarla, como un intestino que filtra los nutrientes, pero también los
tóxicos y los transporta a la sangre.
Por ello es tan importante saber
lo que nos ponemos, porque no sólo se quedará en la superficie, sino que
influirá en todo nuestro organismo.
Para conseguir que una crema cuaje
o cualquier mezcla entre distintas sustancias con fines cosméticos se mantenga,
hacen falta los siguientes componentes:
emulgentes: para unir grasa y
líquidos
antioxidantes: impiden el
deterioro en contacto con el aire
gelificantes: dan textura y
cremosidad
conservadores: impiden el
deterioro temporal
bactericidas: desinfectan el medio
para que no se formen hongos, etc.
Viendo ésto, no hacen falta tantos
componentes en las cremas, sin embargo, la lista de ingredientes en algunos
productos se hace interminable y, a veces, una simple crema hidratante tiene
más de 50 ingredientes.
La indústria cosmética trata de
maximizar más y más sus beneficios creando nuevas sustancias, cuyas materias
primas deben costar, y cuestan, cada vez menos.
El problema es que, actualmente
existen más de 6.000 componentes químicos que están permitidos, pero no
controlados. Esto significa, que en los productos aparecen agentes químicos que
nos pueden causar, no sólo alérgias o eczemas sino, asthma, problemas de
pigmentación y hormonales, cáncer o incluso daños genéticos a futuros bebés.
No son pocos los dermatólogos
sinceros, que ante la avalancha de cosméticos afirman: “hay que estar contento,
si un producto no contiene ingredientes nocivos”.
Así también se explica, porqué
entre las peluqueras hay más casos de muerte por cáncer, que en cualquier otro
grupo laboral femenino – ellas inhalan directamente los componentes de
tratamientos capilares, tintes o decolorantes.
Ya en el año 1969, causó polémica
el veredicto de un juez en EEUU: una consumidora pidió indemnización a una
fábrica de cosméticos por no cumplir las promesas publicitarias y causarle una
fuerte alérgia con eczema. El juez concluyó el pleito: “La industria cosmética
vende imagen – es cosa del consumidor creérselo o no”.
La publicidad ha creado un sinfín
de expresiones y “tecnicismos” que suenan bien, pero carecen de cualquier valor
científico: “péptidos súperhidratantes”, “sistema de purificación celular”,
incluso algunos ingredientes se han inventado únicamente por sonar bien o
espectacularmente, como “muscle extract” y DNA (¡sustancia
genética!).
Pero incluso el término “hipoalergénico”,
tan popular en artículos de farmácia, no tiene más relevancia que las palabras
“súper mega-guay”. Normalmente, se debería referir a productos sin perfume, ya
que las fragancias sintéticas son las que estadísticamente más alérgias pueden
causar. Pero en ningún caso, es un término que comprometa al fabricante. Cada
día surgen nuevas alérgias y nuevas sustancias que las causan, a parte, la
mayoría de alérgias recién se manifiestan semanas después de haber utilizado el
producto, que las pudo provocar.
La pugna por maximizar el
beneficio y minimizar la inversión, ha llevado a la creación de sustancias
químicas, que no son beneficiosas para la piel y solamente engañan la vista
durante un par de horas.
La manera sincera de cuidar la
piel es aportándole nutrientes, para que por sí misma se pueda recuperar. Pero
existen sustancias, que no aportan nada, sino que tienen efectos meramente
físicos, que en ocasiones pueden resultar dañinas para la epidermis:
1) agentes químicos que hinchan la piel, haciendo desaparecer
pequeñas arrugas – a largo plazo se expanden las células, el tejido decae, se
vuelve flácido, la persona reacciona aplicándose más producto, porque tiene la
impresión de que su piel no puede estar sin él.
2) Agentes que decoloran – sustancias agresivas como las
compuestas por “ammonium” aclaran la piel, dándole una apariencia más jóven y
fresca, cuando en realidad sólo se trata de un engaño óptico – una piel más
oscura nos hace parecer mayores al acentuar las sombras. Pueden causar
disfunciones en la pigmentación, pequeñas heridas y fotosensibilización aguda
(la piel ya no soporta la luz solar).
3) Agentes que aparentan hidratación, como los aceites
minerales – bloquean la barrera lipídica natural de la epidermis, resecándo e
agrietándola, pero su textura oleosa y siempre brillante, sólo aparenta un
efecto hidratante. A largo plazo pueden causar alérgias en cadena, irritación
crónica, acné, etc.
4) Agentes que se agregan para paliar los efectos nocivos de
otros agentes – una estrategia que puede parecer realmente estúpida, pero que
se observa a menudo y es la razón por la cual existen listas de ingredientes
interminables en la etiqueta de un producto que debería ser de lo más simple.
Así, los fabricantes sin escrúpulos llegan a utilizar
aditivos que irritan la piel (por ejemplo emulgentes y suavizantes o
gelificantes baratos con tacto agradable) y los mezclan con agentes que
bloquean las funciones cutáneas, para que la piel no “se defienda” rebelándose
y no se haga visible una alérgia.
El
“INCI” es la Nomencaltura internacional de ingredientes en la
cosmética, regulada a principios de los años 80 por la FDA (Food and Drug
Administration) y la CTFA (Cosmetic, Toiletry
& Fragrance Association), que determinaron las reglas según las cuales los ingredientes
han de figurar.
Son
nombres en latín y enumerados según su cantidad en línea descendiente, es
decir, la sustancia más cuantiosa se nombra en primer lugar y la que aparece en
menor cantidad está como última.
El
INCI obliga a la enumeración de TODOS los ingredientes, por lo que es el único
dato con el que los fabricantes se comprometen.
Un
texto bonito, alabando cuantiosos ingredientes naturales, carece de valor, si
el INCI nos muestra un nombre vegetal en último lugar, precedido por una veintena
de sustancias químicas.
Por
ello, sólo podemos valorar la calidad de un producto, leyendo el INCI y
entendiendo de sustancias beneficiosas y perjudiciales.
A
continuación, mencionaremos los ingredientes más peligrosos que se deben evitar
en un producto. Para recordarlos mejor, en muchos casos sólo hace falta
memorizar una o dos sílabas, ya que todos los compuestos con estos elementos
suelen ser peligrosos.
Aceites
Minerales
Aunque
no suenen peligrosos por hacernos pensar en minerales, no tienen nada que ver
con sustancias nutrientes ni sales, sino que se trata de los muy baratos
derivados del petróleo. A parte de ser económicos, para la indústria tienen la
ventaja de una pureza que impide el crecimiento de bacterias y, además, mejoran
el sentimiento de la crema mezclada sobre la piel por su textura fina y sedosa.
Pero
son altamente cancerígenos, como casi todos los derivados del petróleo. A
parte, tapan los poros, bloqueando la respiración de las células y extraen la
humedad de la piel, sacándola a la superficie y dándole apariencia “hidratada”,
pero al dejar de usar el producto, la piel está más reseca que antes y parece
adicta a la sustancia. Están en casi todas las barras protectoras para labios y
esa es la causa, por la que muchas veces nuestros labios se agrietan cada vez
más si no seguimos usando la barrita.
En
el INCI figuran bajo las siguientes denominaciones: Mineral oil, Paraffinum, Paraffinum liquidum, Petrolatum, compuestos con las
sílabas Paraffin-, Petroleum.
Pero
también son derivados del petróleo las siliconas Silicone quaternium, methylsilanol, y se esconden en
nombres como cera microcristalina, ozokerit, ceresin, incluída la vaselina (¡!).
Colorantes:
Conseguir
un color permanente y perfecto es uno de los cometidos más difíciles en la
química. No sólo sirven para darle un aspecto acaramelado a cremitas y geles de
baño, sino que son el principal componente en maquillajes, tintes y
decolorantes.
Los
componentes con las sílabas anilin, anilid, como en ”acetanilid”, delatan un
colorante altamente cancerígeno y tóxico.
Algunos
agentes colorantes tienen una estructura molecular tan complicada, que se les
han dado iniciales o nombres fáciles para simplificar su denominación. Tales
son los de las iniciales HC como “HC orange 3”, o Acid como “acid Red 73”, Pigment como “pigment Green 7”, Solvent como “solvent black 3”. Todos ellos
esconden sustancias altamente cancerígenas y/o tóxicas.
Sustancias
halogenorgánicas:
Causan
alérgias, son sospechosas de causar cáncer, y suponen una grave contaminación
del medioambiente por no ser biodegradables.
Se
trata de combinaciones de chloro, bromo y iodo como “aluminium
chlorohydrate”, “methyldibromo glutaronitrile”, “iodopropynyl” las peligrosas
sílabas chloro, bromo, iodo no se deben
confundir con chlorid, bromid, iodid, que suelen ser componentes inocuos de sales.
PEGs: polyethylenglycol
Típicos
emulgentes que unen agua y grasa, o detergentes, en sí son totalmente
inofensivos, pero hacen la piel más receptiva a sustancias, lo cual es bueno,
si se trata de aditivos sanos, pero malo, si son venenosos. Los introducen como
pasajeros negros en las células, cuyas paredes se vuelven más permeables.
En
productos naturales controlados, no se permiten más de 5 PEGs por artículo,
pero la cosmética convencional suele abusar de ellos.
A
parte de aparecer como PEG seguidos de un número, se les reconoce por las
letras eth al final: “steareth”, “ceteareth”, “sodium laureth sulfate”=principal ingrediente en jabones, geles y champúes.
Sodium lauryl sulfate
No
confundir con sodium laureth sulfate. Es un detergente muy irritante que ha provocado problemas
de pigmentación, así como comedones y pérdida de pelo en las partes expuestas
en tests con animales. La “Cosmetic Ingredients Review” la ha calificado de
aceptable en productos de uso poco frecuente y sólo en concentraciones
inferiores al 1%. Sin embargo se puede encontrar en primeros puestos incluso en
dentífricos (¡!).
Fragancias
artificiales
Peligrosas,
porque la mayoría de ellas contiene elementos que, una vez sobre la piel,
influyen el equilibrio hormonal y son sospechosos de causar cáncer. En forma de
perfume, desodorante o inhibidores del sudor llegan a la piel, donde el sudor
descompone las materias que se acumulan en las células, hasta el punto de que
en análisis de leche materna, se llegan a registrar altos contenidos de estas
sustancias cancerígenas, tóxicas y sospechosas de generar daños genéticos.
Ejemplos:
“acetyl hexametyl” causa daños
nerviosos, “benzyl alcohol” insensibiliza la
piel, y “bromocinnamal” es irritante. Como
antitranspirantes frecuentemente se utilizan compuestos de aluminio como
“aluminium chlorhydrate”, que pueden resultar
muy irritantes y son sospechosos de causar Alzheimer.
Phenol
y Phenyl
Fuertes
desinfectantes en la medicina, se utilizan en cosmética como conservantes y
colorantes. No son recomendables por ser un tóxico celular, que a largo plazo
destruye las paredes celulares. Ejemplo de phenol: “nitrophenol”,”phenolphthalein”, “chlorophenol”. Ejemplo de
sustancias con phenyl: “N-phenyl-P-Phenylenediamine”, Phenylenediamine Sulfate”.
Otras
Sustancias
Liberadores
de Formaldehyd: Formaldehyd es un potente
antimicótico multiuso. Nos lo encontramos tanto en la fabricación de materiales
de construcción en los que impide el moho, como de muebles, en los que se
utiliza para evitar hongos en la madera prensada, etc. Es altamente cancerígeno
por inhalación, se acumula en las células dañando las membranas, causa
malformaciones en fetos, irrita y envejece la piel.
En
principio, está prohibido en la cosmética, pero por su gran efectividad y
economía, se han creado sustancias que no se consideran directamente
formaldehydos, pero que lo liberan (¡!) como si fuera un polizonte.
Por
un lado se las puede reconocer por llevar las sílabas Urea , como Diazolidinyl Urea, Imidazolidinyl Urea,
Polyoxymethylene Urea (no confundir con Urea “a secas”, que es
un derivado del ácido úrico, bueno para la piel).
Por
otro lado tenemos los conservantes químicos con las letras DM delante
como DM y DMDM Hydantoin, o Dmhf.
Dimethyl
Oxazolidine es otro conservante
liberador de formaldehyd a evitar en los productos.
Phthal y Phthalate: Finalmente quedan estos compuestos, que se usan como
suavizantes y/o disolventes. Son altamente tóxicos, influyen en el equilibrio
hormonal y son sospechosos de causar cáncer. Ejemplo: “dibutylphthalate”.
Protección Solar
Otro
problema en la cosmética, es la de encontrar sustancias que protegan de los
rayos solares dañinos. Antiguamente, se utilizaban filtros minerales a base de
óxido de Titanio o Zinc como Zincoxid o Titaniumdioxid. Pero por ser más caros, se han ido reemplazando por oxybenzone, benzophenone, Methoxydibenzoylmethane, o Dibenzoylmethane que son filtros
cancerígenos que pueden causar alérgias en cadena y aparecen incluso en las
marcas más caras y “exclusivas”. Son aditivos que no sólo aparecen en productos
solares, sino en todo tipo de cremas y en tratamientos con retinol. Si éstas
contienen sustancias irritantes, la indústria lo compensa agregando filtros
solares, para impedir que la piel microscópicamente irritada reciba manchas del
sol – ¡un procedimiento absurdo!.
Existen
las siguientes normas para saber comprar cosmética y valorar la calidad de un
producto:
1)
Evitar artículos con una
lista interminable de ingredientes. Un buen producto no necesita nunca más de
30 ingredientes. Únicamente, si en los primeros lugares figuran sustancias
naturales, se puede excusar el uso de aditivos químicos como gelificantes o
emulgentes, ya que a veces los agentes vegetales se mezclan con dificultad y no
“cuajarían” sin ayuda artificial.
2)
Por otro lado, no nos debemos
fiar, si en un producto sólo aparecen aditivos naturales. Una crema blanca
opaca, con determinada fragancia y textura y en cuya etiqueta figuren como
ingredientes unicamente minerales y sales del mar muerto, sólo puede ser un
engaño: ¿de dónde le viene el olor, qué grasas contiene y cuál es el
emulsionante para conseguir esta textura?
3)
Evitar productos que nos
prometen “maravillas naturales”, pero que en la lista de ingredientes apenas
tienen nombres vegetales (son aquellas denominaciones latinas que se pueden
pronunciar bastante mejor que las químicas), o si los tienen, aparecen en
décimo lugar o incluso más atrás.
El texto descriptivo en una etiqueta no compromete al fabri-cante, lo único que
nos da información fiable es el INCI.
4)
Evitar marcas en las que el
sistema de distribución está inflado: las grandes empresas funcionan a base de
dar lucrativos beneficios a representantes, distribuidores, subdistribuidores y
revendedores - invierten en comisiones en vez de invertir en la calidad de un
producto. Una crema que ha pasado por cuadrúple facturación, antes de llegar a
las manos del consumidor final, no puede ser buena si no es carísima.
5)
Finalmente, una marca que
aparece constantemente en los anuncios pagados de los medios de comunicación,
también delata, que su prioridad no es la inversión a largo plazo en calidad,
sino la captación de clientes nuevos.